Capitalismo y neoliberalismo
En pocas décadas, en que se impone como sentido común el sistema económico actual, dando por sentado que tal modelo no tiene alternativas, fijando un piso de reglas para gobiernos de distintos relatos políticos, que en la práctica lo vienen “administrando” con matices.
No importando en la práctica si se definen como derechas o izquierdas políticas, desdibujando progresivamente tales corrientes, al punto que en lo que importa a los intereses de las mayorías asalariadas, jubiladas y desempleadas, ya no tiene relevancia quien está en la gobernanza estatal. En todos los casos el actual sistema pone al dinero como valor central, se apropia de la riqueza del país, en tácticas cortoplacistas en la toma de decisiones, que destruyen derechos sociales y laborales obtenidos en largas y penosas luchas del pueblo, a la par se coloca en riesgo la vida del planeta.
En este modelo de competencia irracional, todo logro se atribuye a la elite, y de toda dificultad se culpa a la gente común trabajadora, a los que ellos llaman los “perdedores”. Su cinismo y poder les permite proclamar su condición de defensores de la libertad, derechos y democracia, pero para su bando, que lucha contra los que desconocen su supremacía para consolidar su hegemonía, atribuyéndose potestades para violentar pueblos y sociedades por medio de políticas de “enemigos internos”; de invasiones, guerras y neocolonialismo de amplio espectro contra países no alineados que defienden su soberanía.
El Capitalismo y su vertiente neoliberal es el ejercicio de la mercantilización, la alienación y la opresión de una minoría elitista sobre las grandes mayorías en todos los aspectos de la vida. Y es responsable de la crisis actual.
El avance de la derecha en agendas de gobiernos neoliberales
En Occidente se va consolidando la tendencia autocrática, de control social, alejándose a gran velocidad del relato que fijó sus modelos referenciales de repúblicas, con su democracia representativa, y su equilibrio de instancias de poder estatal autónomas (ejecutivo, legislativo y judicial). Tal “momento” del modelo debe ser considerado por las mayorías trabajadoras, pues será sin dudas una cortapisa a la organización laboral, así como para otro tipo de iniciativas colectivas populares reivindicativas. En tanto los gobiernos irán abandonando progresivamente las agendas de políticas públicas de derechos civiles comunes, en el marco de una acelerada imposición de un relato homogeneizador, basado en el miedo.
La complicidad de las centro izquierdas como administradores del sistema
La situación actual en donde el poder fáctico de las élites determina qué se puede abordar y fija aquellos temas que no se permitirá abordar porque no protege sus privilegios, es y será la dinámica en que operen los proyectos de gobernanza estatal. En tal sentido, en el seno de la organización popular se requerirá mucho valor y coherencia para reivindicar la necesidad de un cambio estructural, si se quiere revolucionario y Noviolento, para permitir un tipo de sociedad y de gobierno que se direccione hacia el buen vivir, valorando la dignidad de todas las personas.
Tal dirección política transformadora, enfrenta a las corrientes y posturas socialdemócratas que vienen fracasando, sean éstas de extracción marxista, liberales o democratacristianas y todo proyecto de partidos “de personajes” en esta franja, que optan por un supuesto capitalismo “más humano” o menos feroz; para terminar sucumbiendo frente a las directrices de quienes sustentan el real poder: el dinero.
Los planteamientos de resistencia de algunos gobiernos y pueblos latinoamericanos
Los planteamientos de resistencia cubana por casi seis décadas, y la de los venezolanos, por no dejarse dominar por la política de la casa blanca, resulta hoy una situación incomprensible, una lucha titánica, con costos inimaginables, una referencia de estoicismo, dignidad y valentía frente al país más violento. Se aprieta el corazón.
Últimamente nuevas construcciones autodenominadas humanismos, como el caso de Evo en Bolivia, Petro en Colombia y Claudia en México, van convergiendo en premisas afirmativas de la valoración de la gente, de su soberanía, de la organización humana como fuente de poder y del intento por llevar adelante agendas reivindicativas en conjunto con la región, superando el desprecio del norte por este continente. El acervo cultural, histórico, tecnológico, arquitectónico, espiritual de nuestras naciones ancestrales nos amparan del vacío, la indolencia y demencia del sistema occidental en decadencia.
Por su parte los Movimientos sociales requieren hoy discutir la urgencia de generar ámbitos en los distintos territorios, donde construir direcciones comunes y elementos concretos de convergencia, que permita la articulación y desarrollo organizacional en un urgente proyecto frente al avance del capitalismo.
Si el poder político actual, aterroriza a la gente para que ésta se inmovilice y acepte sin más un destino de pobreza, marginación y muerte, en favor de la perpetuación de sus privilegios; resulta una necesidad y un propósito válido, el abrir opciones de futuro, haciendo pie en los mejores atributos de la gente sencilla, de su diversidad, de su valentía, de su fuerza, de su solidaridad, de su sabiduría, de su alegría, de su repudio por la violencia y su valoración de la paz. El cambio será con la participación protagónica de la gente, y esto no tiene más alternativas.
El humanismo como salida a la crisis mundial
Desde este mismo continente, bajando de sus cumbres andinas, nace un pensamiento, un camino, una sensibilidad y una espiritualidad, destinada a dar amparo y referencia a la humanidad para superar el abismo del sistema actual. La integralidad del Humanismo Universalista, con su respeto, valoración y profundo amor por el Ser Humano, por su diversidad, sus raíces, por sus creencias, sus actividades, sus proyectos, sus búsquedas y con su certeza de un futuro inagotable, que más allá de las dificultades de este oscuro momento, afirma la habilidad humana para encontrar siempre la solución para seguir su luminoso destino.
Desde este digno territorio ya se sembró esta fe inconmovible en el corazón humano y más allá de toda impaciencia, espera mejores tiempos para su irradiación, un faro que responda al clamor de las necesidades humanas.
Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública