

Por: Sandra Petrovich. Fuente: Desinformémonos
(Imagen de S.P.)
¡Qué tiempo estos de tanto brillo y de tantas muertes!
¡Qué tiempos estos de tanta abundancia y tanta hambre!
bombas, fuego, escombro, sangre.
¿Qué es lo que arde consumiéndose en el breve
suspiro
aliento
latido?
Las palabras bordan un manto
Arde el leño
Arden las pasiones
Arden las heridas
El manto hecha raíces
envuelve la memoria
Crece
se vuelve árbol
Por: Sandra Petrovich
¿Será posible seguir nuestras rutinarias vidas sin pausar sin parar la máquina y que ello no tenga consecuencia? Lo que puede ocurrir es que el tiempo se siga contrayendo por aceleración y que ni cuenta nos estemos dando de la inminencia de estar entrando dentro de otros tiempos más complejos.
Este pequeño país de bello nombre Uruguay, también tiene sus turbulencias en lo político y lo social y es que se está armando un amalgamiento de situaciones que muestran la esencia corrupta de los mecanismos del poder, el carácter mafioso de ciertas prácticas políticas y el cansancio de buena parte de la población de lo político. Al agobio que producen el trabajo y la burocracia se suma toda la farándula partidaria para comparar gobiernos anteriores o posteriores, acusaciones mutuas de actos por lo menos desprolijos de ciertos ministros. En todo esto la izquierda sigue perdiendo sus plumas por ser sistémica y no afrontar, arriesgar, ni tomar medidas para frenar el despojo, la especulación y a favor del pueblo trabajador.
Por eso hoy nos animamos a decir que nada de lo que está pasando en otras partes del continente sería de descartar que llegue a pasar en Uruguay. Si no igual será muy parecido. Y decir que hay palabras prohibidas casi a las que mucha gente les tiene tirria, por ejemplo “organización”.
¿Qué otra cosa se le puede anteponer al caos sistémico?
No puede ser otra cosa, organización de los de abajo, organizarse para defender y conquistar derechos, organizar la solidaridad, la salud, la enseñanza, el trabajo en comunidades. Auto-organización, redes de redes para volver a organizar y defender la vida.
Sí, se trata nada más ni nada menos que de la vida; tamaña tarea, pero hermosa y urgente.
La parte buena, positiva, de todo esto es que ya no va más esperar que venga un mesías salvador; no, ahora es evidente que todo dependerá de todas y cada una de las personas.
Hace unos días en una minga vecina mientras los adultos trabajaban la tierra, unos niños llegaron con una cajita de herramientas de juguete y se dieron la voz: “bueno, vamos a trabajar”. Debajo de un árbol empezaron a trozar ramas y armar estructuras. Una niña repartía unos brillantitos autoadhesivos para hacernos bellos.
Nada igualaba la alegría del estar juntos compartiendo.
Un nuevo mundo se está construyendo.